Hago pintura Polaroid. Instantánea, descriptiva, accidental, veloz. Respondo irreflexiva a una armonía encontrada en el entorno. Armonía en mis términos: cierta construcción ortogonal –o casi- intersección de planos, cierto eje. Busco mirando algún Mondrian blando, figurativo y a esa geometría natural necesito, ahora que uso acuarelas y tintas, interrumpirla con el accidente acuoso, como un desliz. Antes, al óleo, no me atrevía a romper, a rasgar esa armonía ocasional. Sigo intentando, en los paisajes Polaroid, tan rápidos como ese revelado íntimo, lo de siempre: trabajar una pintura silenciosa, un realismo por los bordes de lo interesante, una visualidad de lo lateral, lo periférico, sin anécdota, ni motivo. Intento generar climas neutros, apenas rozados por un lirismo apagado, algo melancólico. Silencios, ausencias, vacíos, pero sin tristeza, aceptando la belleza de lo intrascendente.
Bibi Anguio: Ensayo de definición.